martes, 31 de diciembre de 2013

Relato

Esa mujer posada en su desgracia, quien se la vea.
Con el rostro cabizbajo al lado de su difunto marido.
Un alma vagabunda le susurra: "Observa a este pobre insensato que no quiso vivir, míralo bien porque quizás sea la única muerte que veas más".
La esposa escruta el semblante de su marido: su tez blanca, sus ojos cerrados, tal vez una leve sonrisa, quién lo sabe.
Su rostro solo demuestra paz, no existe un signo de arrepentimiento ni dolor, solo un pesar, el de no haberlo hecho antes.
Ella no puede dejar de pensar que sus sufrimientos habían llegado a su fin. 
No vería más la cara de su esposo bañada en la agonía. No escucharía sus constantes vitales decaer cada día más, ni los gritos de dolor.
A pesar de haber cumplido con el deseo de su amado, su amor se había marchitado. 
"No se puede hacer amor con una sola persona" pensaba.
Se fue, solitario, apenada y no paró de andar cuando llegó a los bordes de aquel puente.
Allí se fue su vida, atada y dependiente a la de él, incluso hasta después de la dulce muerte. 

lunes, 9 de diciembre de 2013

Soledad

¿Quién me cuidó cuando estaba mal?
¿Quién estuvo a mi lado cuando lloraba?
¿Quién oyó mis gritos en la oscuridad?
¿Quién vio a través de mis ojos el dolor?
¿Y a través de mi sonrisa?
Cómo puede ser tan triste contestar que nadie lo hizo.