Tan sucio e impuro es mi juego, que con este corazón devorado me convierto en un monstruo, incapaz de sentir.
Miento sobre todo aquello que me pueda hacer daño, me convenzo a mí misma que soy fuerte y que no debo llorar enfrente de la gente, aunque mi corazón esté roto y destrozado y mis ojos desborden tristeza.
Me miento solo a mí misma de que estoy bien, de que siempre lo he estado.